Episodio No. 68
El medallón del destino. El encuentro de Sanosuke y Sayo

Por: Ana Maria Trejos Herrera
psiconani12@yahoo.com

 

Kenshin se encuentra de pie mientras el viento trae consigo cierto sabor a malignidad…
Seijuro y Sanosuke también lo sienten…
- Este es –dice Seijuro-
- El momento en que muere el día –dice Kenshin-

El sol se oscurece. Ha caído la noche.
Sho (cabeza de escoba) y los demás guardias abren los ojos en una expresión de horror al ver acercarse la sombra del legendario espadachín Shogo Amakusa.
- ¡Ah! ¡Eres tú! ¡El famosísimo hijo de dios que ha estado enviando amenazas y matando a la gente! –grita Sho-

Shogo ríe malévolamente mientras alza su brazo. El viento empieza a agitarse más bruscamente.

- ¡Ah! ¿Qué es esto? ¿Qué clase de truco es este? –Dice Sho sorprendido- ¡Basta! ¿Tratas de asustarme o que? ¡No funcionará! ¡No creo en dios! ¡Te desenmascararé! ¡Ven, ya lo verás! Te arrepentirás.

Shogo empieza a correr a la súper velocidad y golpea a Sho, quien antes de caer al suelo inconsciente dice:
- La técnica de la espada deber ser…

Los demás hombres huyen horrorizados.

- ¡Kenshin! ¡Ya apareció! Ese hombre lo hizo cuando el día daba paso a una gran oscuridad –dice Yahiko-
- ¡Oh rayos, no puede ser! Pero, ¡esto es increíble! ¡No puede ser que el sol se haya ocultado ya! –dice Sanosuke-
- ¡Milagro! ¡Milagro! ¡Milagro! ¡Shogo lo hizo! ¡Shogo lo hizo! ¿Verdad mama? –gritan un par de niños mientras su madre trata de callarlos ante la presencia de Sanosuke-
- ¿Un milagro? –pregunta Sanosuke- ¿Y quien es Shogo?


Luego, en el Aoia…

- ¡Sho! ¿Puedes escucharme? ¡Responde! –dice Kenshin-
- ¡Ah! Eres tu Batusai… -responde Sho extremadamente débil-
- ¿Te encuentras bien amigo?
- ¿Por qué? ¿Cómo es que puede existir otra persona que pueda utilizar el estilo Hiten Mitsurugi? ¡Creí que eras el único! Me da pena decirlo… me pareció que era algo mas poderoso que ese estilo, nunca antes había sentido un terror tan grande… no era humano…
- ¿Estas tratando de decirnos que era un hijo de dios? –pregunta Kaoru-
- No, eso no lo se. ¿Pero saber algo Batusai? Él es mucho mejor que tu, su estilo es incomparable, nunca antes había visto algo así. Es muy peligroso, no deberías tratar de enfrentártele porque de seguro perderías la vida Batusai.
- ¿Qué? ¡Ni lo digas! ¡Kenshin nisiquiera perdió ante Makoto Sishio! –grita Yahiko mientras Kaoru lo reprende- ¡Nadie puede con él! ¡No digas esas cosas!
- ¡Déjalo! Ha sufrido una grave herida y casi muere –dice Okina-

Afuera de la habitación…

- Entonces, ¿Alguien más salió herido? –pregunta Kenshin-
- Si, el hombre que recibió la amenaza fue asesinado –afirma Okina-
- ¿Quieres decir que los tres amenazados ahora están muertos? –pregunta Kenshin-
- He investigado la relación de los tres hombres y descubrí que los tres eran líderes antiguos que se oponían al cristianismo durante la Era Topugawa.
- ¿Del cristianismo?
- Si, lo que sucedió es que el cristianismo fue prohibido en aquella época.
- ¿Cuándo fue eso? –pregunta Yahiko-
- En la Era Topugawa –afirma Kaoru- la gente era castigada severamente, incluidos niños y mujeres.
- A pesar de eso los seguidores continuaron practicando su religión en la clandestinidad –dice Kenshin- incluso ahora.
- ¿Y, esta es una venganza? –pregunta Yahiko-
- No, todavía no sabemos que esta pensando este legendario espadachín Shogo Amakusa, suponemos que estamos ante el inicio de una gran catástrofe.
- ¡Misao, debes quedarte en cama! –gritan todos sorprendidos al ver a Misao muy débil en pie-
- No puedo, recibimos una nota del maestro Hioe, ¡él esta vivo!, ¡el fue el que le enseño el estilo Hiten Mitsurugi a Shogo Amakusa!


En otra parte…
- ¡Muy bien, veamos! –dice Sanosuke mientras entra por detrás de una cascada-

Personas rezando el Ave Maria…
- Hermanos y Hermanas religiosos Dios los bendiga. Benditos sean los puros de corazón porque de ellos es el reino de los cielos –dice una mujer-
- Bendito sea –contestan las personas allí reunidas-
- Benditos sean los puros de corazón –repite la mujer-
- Benditos sean.
- Benditos sean los justos de corazón.
- Benditos sean.
- A todos los presentes, que dios este con todos vosotros.
- Que así sea siempre.
- Ahora los bendigo y les prometo que construiré el pueblo de dios, síganme y sigan creyendo, ¡el pueblo de dios es un pueblo escogido para reinar por la eternidad!
- ¡Oh ella es muy noble! ¡Si, Santa Magdalia es la Santa Madre de Dios! ¡Si, si! –dice el pueblo llorando de felicidad-
- ¿Quién será esa mujer? La voy a descubrir –dice Sanosuke-

Al salir de la cascada…

- Tengo que averiguar que hay detrás de todo esto –dice Sanosuke- ¿Para donde irán?
Risas de Burla…
- ¡Santa Magdalia!
- Shoso, no les prestes atención a lo que digan, vamonos de aquí –dice Magdalia-
Más risas de burla provenientes de cuatro policías que bloquean el camino de salida a Magdalia y su fiel acompañante Shoso…
- ¿Qué desean ustedes? –pregunta Magdalia-
- ¿Qué clase de saludo es ese de “que desean ustedes”? ¡hemos venido a adorar a la santa madre de la que tanto hablan ustedes! ¿verdad amigos? –dice el policía buscando la aprobación de los demás-
- ¡Oigan! ¡Esto es una vía pública! Nisiquiera la policía tienen el derecho de impedir que gente inocente transite por este camino –dice Magdalia- ahora disculpen, Shoso vamos.
- ¡Hey! ¡Mi deber es descubrir si ustedes son inocentes o no! –grita el policía-

El policía se dirige a donde Magdalia y toma su medallón del pecho, Shoso trata de defenderla y de arrebatarle el collar al policía, pero ella le pide que se calme, en ese momento aparece Sanosuke y golpea a los cuatro policías con su técnica de doble impacto. Sanosuke toma el medallón. Los policías quedan en suelo quejándose de múltiples golpes…


- ¡No puede creerlo! –Grita Magdalia mientras le pega una cachetada a Sanosuke en la mejilla- ¡Eres un hombre muy violento!

Sano se lleva la mano a la mejilla enrojecida por el golpe.

- Nunca antes había conocido a una mujer con una mano tan atrevida como la suya –dice Sano-

Magdalia abre los ojos sorprendida y se dirige a curar las heridas de los policías, quienes desprecian su gesto.

- ¿Qué estas haciendo? –pregunta Sanosuke- ¡Esos hombres trataron de maltratarte! Y tu…
- Ante los ojos de Dios todos somos iguales –afirma Magdalia-

Shoso mira a Sanosuke con odio y le dice:
- ¡Devuélveme el medallón de Santa Magdalia!
- Si tanto lo quieres tendrás que pelar conmigo –dice Sano-

En medio de la discusión Shoso se acerca a Sano para combatir con él, a pesar de que Magdalia le pedía que no lo hiciera, entonces, el medallón cae colgando en una rama, a punto de caer en el profundo vació. Todos se detienen estupefactos ante la posible caída del medallón, pero Sano se cuelga en la rama y logra atraparlo, sin embargo, la rama se parte y cae al vacío junto con el medallón. Por fortuna, lo que había en el vacío era un río, turbulento, pero al fin y al cabo era un río. Sano lucha pero es arrastrado kilómetros y kilómetros hasta que llega a una orilla en donde se acuesta adolorido, mirando el medallón, mientras su mente se pregunta porque tenía que haber sido tan terco y no había querido entregar ese medallón.



Por otro lado Kenshin se dirige a buscar al Señor Hioe, tío y maestro de Shogo Amakusa. Cuando llega al lugar una mujer lo lleva hasta la habitación de Hioe, la habitación solo estaba iluminada por una pequeña vela, que apenas permitía ver el cuerpo de Hioe que yacía sentado en el suelo, muy cansado, muy débil, como si supiera que la muerte estuviera a punto de tomarlo entre sus brazos. Cuando Kenshin entró pudo notar que Hioe ya estaba muy anciano como también pudo notar que no podía ver.

- ¿Señor Himura, es usted? ¡Ah, por fin! Temía que la muerte vendría por mi antes de poder verlo –dice Hioe con una voz muy débil-
- Señor Hioe, aquí estoy –dice Kenshin-

Hioe le cuenta a Kenshin todo por lo que tuvo que pasar con sus dos sobrinos, Shogo y Sayo, le explica que Shogo, al pasar por muchas situaciones difíciles de opresión, de dolor, y sobretodo la de la muerte de sus padres quiso convertirse en dios y aprender el estilo Hiten Mitsurugi para defender a la gente que era oprimida, y así formar lo que el llama el pueblo de dios. Hioe explica que Shogo se salió de control e incluso paso la última de las pruebas, es decir, logró vencer el cutsurio sen de Hioe con un Amakakero Ryo-no Hirameki, dejándolo ciego. Así, Hioe entrega su testamento a Kenshin para que se lo dé a Shogo, le pide que lo ayude a recapacitar sobre su actitud y que lo saque del error en el que se encuentra. Kenshin lo promete, entonces, la luz de la vela se apaga indicando que también la llama de la vida de Hioe se ha extinguido.

 

 

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